La baja de imputabilidad como Ciclo de Encierro
El fin de semana vamos a festejar el Día de la infancia, sin embargo, nuestro proyecto no apuesta solamente a producir hechos agradables por su mera existencia como si fueran vacíos contenidos listos para el consumo
La modernidad ha estado atravesada por la discusión acerca de cómo conservar la vida y la propiedad y el Estado. Históricamente los de arriba se han buscado imponer un discurso exclusivo, apoyados en el aparato represivo del régimen, con el fin expreso de mantener su supremacía.
El desprecio de la clase dominante por los sectores populares es una constante que no resiste un carácter temporal y se reedita permanentemente. En un ciclo de restitución de ciertos derechos, la extensión de la brecha urbana, sin embargo, sigue siendo muy notoria. Para muchos sectores, la solución final parece ser la construcción de muros divisorios, el fortalecimiento de los sistemas represivos privados y estatales y el aislacionismo estilo country.
El discurso facista de los operadores mediáticos de la derecha busca reinstalar permanentemente en la opinión pública el tema de la baja de imputabilidad de los menores, el cual creemos debe ser abordado desde ejes diversos.
La provincia de Bs.As continúa siendo una de las más desiguales del país. Es la cuarta con menor inversión proporcional en políticas sociales lo que acentúa las desigualdades y expresa una necesidad de plantear un camino alternativo.
La ausencia de políticas públicas provoca un daño irreversible sobre la Sociedad Civil, alimentándolos antagonismos y restringiendo la posibilidad de elección de los actores sociales. Estas pautas de dominación perversa construyen sujetos en estado de vulnerabilidad, plausibles del ejercicio más acabado de la dominación y la exclusión.Esta es la más encubierta, insidiosa y eficiente forma de violencia simbólica. El fracaso es un mecanismo de exclusión educativa, de privación del capital cultural y, en la sociedad del conocimiento y la competencia, un mecanismo de exclusión social. En el decir de Pierre Bourdieu, "... La dominación fundada en el capital cultural es mucho más estable, mucho más fuerte, que una dominación fundada solamente en el capital económico". Este contexto asemeja a nuestro país a un Modelo de Sociedad Cerrada, caracterizada por la conservación del status o privilegio de clase sistematizado en un sistema educativo expulsivo, que sirve como dique de contención pero nunca como un ámbito formativo. Nuestro modelo educativo sigue siendo ineficiente, el Estado no ha recuperado aun su rol y la educación privada es un fenómeno que se populariza. Las políticas focalizadas como la Asignación Universal plantean un marco minímo para comenzar la tarea pero la cuestión de fondo no pasa porque la escuela sea depositaria de miles de pibes que hacinados encuentran la buena voluntad de un docente como única salvación.
Ante cada hecho de inseguridad, los medios promueven el debate de la baja de imputabilidad, obviando que solo el 1% de los asesinatos denunciados son cometidos por menores. En el medio olvidan mencionar que la policía es la institución que administra el delito y que los jóvenes y los niños no somos peligrosos, estamos en peligro.
¿Se puede plantear la baja de imputabilidad en un sistema que anula el desarrollo integral de una gran parte de sus componentes? La respuesta sin embargo no puede desestimar el problema de la inseguridad que afecta crudamente al pueblo en su vida cotidiana, manifestando asimismo un recrudecimiento del nivel de violencia con el que se cometen los actos. Existe asimismo un desafío permanente a las pautas sacrosantas de convivencia y los códigos históricos se reducen a vínculos de respeto ciclotímicos.
Ante este nuevo escenario no podemos permanecer como meros espectadores, debemos imponer ante la unicidad consensuada del discurso represivo una alternativa.
El Estado provincial no cumple sus funciones primordiales, para acentuar su rol represivo y segregacionista, mientras que las condiciones de explotación y precarización laboral se han acrecentado. En este marco es que tenemos que recuperar la iniciativa.
Sin dudas es por esto que hemos apostado a la construcción de espacios culturales donde canalizar inquietudes, proyectos y anhelos que convoquen desde otra perspectiva que lo meramente asistencial. No delegamos el interés de resolver el problema en las fuerzas represivas, las mismas que han torturado y detenido ilegalmente miles de compañeros tanto en democracia como en dictadura. Tampoco creemos que la judicialización de los menores sea la solución al conflicto planteado porque supone la aplicación de una política inconsistente que orienta a criminalizar la pobreza y materializar la exclusión social. Debe ponerse en duda la capacidad de decisión con la que opera un menor en riesgo al que nadie jamás le preguntará por su propia seguridad, conociendo que su existencia- destino lo determina a convivir en situaciones de alto riesgo para su vida desde edades muy tempranas.
.El discurso de la Seguridad Nacional ha instalado en el sentido común un viejo deseo de los sectores más encumbrados del país: exterminar desde uno de sus aparatos más sofisticados de dominación, el sistema carcelario, todo producto residual de su desidia.
Para combatir este proceso debemos recuperar nuestros planteos anteriores, transformar esa necesidad de demanda real y efectiva de acceso a otros espacios de desarrollo intelectual y corporal de los sectores populares en una realidad concreta.
Esta es una batalla que no podemos perder sin siquiera poder instalar nuestra posición en el debate. Si los asesinos de siempre avanzan de nuevo, el consenso popular puede empujarlos a concretar su máximo anhelo, el exterminio “legal” de las clases populares.
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