Sábado por la tarde en el Centro Cultural Arco Iris,
o simplemente en “La Casa”.
Aunque ya el sol se ha perdido entre las copas de árboles que pueblan nuestro patio,
se infiltra entre las ramas.
Cae resolana sobre el juego de jardín improvisado:
un tronco viejo recostado
y dos retazos de banqueta anuncian a la invitada.
Allá en lo alto, el revoloteo de los pájaros y sus cantos.
Aquí en lo bajo, Tierra Suelta:
tras cada paso suspira el primor de la lluvia estival.
Llega Moni en su bicicleta luego de una larga jornada laboral en una feria cercana.
-¡¿Querés tomar algo Moni?!
-Y siii, dale, ¡por favor! ¡Me siento porque hoy estuve todo el día parada!
-¡Sentate nomás! Contanos: queremos saber de las ferias del barrio. Nos han sorprendido por su gran convocatoria y variedad de productos, por la organización de los vecinos. ¿Cómo y cuándo comienzan las ferias por acá?
-Mirá, al menos desde lo que yo recuerdo, las ferias comienzan con la crisis del 2001, por la necesidad de la gente de conseguir comida por poca plata. En esa época funcionaba
el sistema de trueque. Esta feria estaba a dos cuadras de Rojas, yendo para Merlo, sobre la calle Democracia. La verdad es que salvó a la gente del barrio. A nosotros nos salvó porque mi marido por esos años perdió el trabajo. Teníamos una especie de almacencito, pero ya por esa época todo lo que se vendía era para pagarle a los proveedores. Así fue que decidimos cerrar el almacén y empezar a vender lo que nos había quedado. Duró muy poco, es que también temíamos por los saqueos habituales en esa época. Con el trueque nosotros nos salvamos porque las cosas para comer en el día las conseguíamos en la feria. ¡Me acuerdo de las colas que se armaban para conseguir las bolitas de fraile para la merienda!…la gente llegaba a pelearse.
-¿La formación de la feria en ese entonces fue únicamente producto de la organización de los vecinos o intervinieron partidos políticos?
-Yo desconozco que algún partido político haya participado en la organización del trueque. La feria surgió por la necesidad, para ver qué se podía hacer… siempre hay algún vecino que tiene la iniciativa y comienza a convocar al resto.
-¿Y en ese momento tuvieron algún problema con el municipio, con la policía por el hecho de instalar puestos en las calles?
-No, ningún problema, se podía hacer la feria. Después el trueque terminó y me enteré de otra feria que se hacía en una quinta. Se trataba de la misma gente del trueque pero ahora se usaban pesos para la compra/venta. Tenías que pagar el ingreso al lugar además de alquilar la mesita para el puesto. Ellos decían que arreglaban con la municipalidad y por un tiempo estuvimos tranquilos. Hasta que vino la policía con camionetas a levantar los puestos de la gente. Muchos decían que en verdad no había ningún permiso para realizar la feria, que el dueño de la quinta no había arreglado nada con la municipalidad.
Después de eso la feria se empezó a hacer afuera, en la calle, detrás de la quinta. Era conocida como “la feria de Gardel”, que quedaba del km 37 ½ para adentro. Para vender y mantener la mercadería ordenada podías alquilarle la mesa a un señor que se encargaba de llevarlas o si no también podías quedarte en el piso. Bueno, ahí nuevamente se armó lío con la policía porque los del municipio no querían la feria en la calle. Vinieron a levantar todo y entonces los feriantes fueron a hacer un corte en la ruta para protestar y reclamar por las cosas que les habían quitado.
-¿En qué época fue esto?
-Y más o menos a fines del 2010. Nosotros queríamos llegar a un acuerdo. El tema fue que se habían llevado las cosas de la gente, cosas nuevas se llevaron. Algunos intentaron llegar a un acuerdo para seguir adelante con la feria y recuperar lo arrebatado, pero no lograron nada.
Nos dijeron que levantaban la feria porque al parecer se vendían cosas robadas, y también medicamentos del programa remediar. Nosotros estuvimos de acuerdo en que esas cosas no se vendieran, en que se realizaran controles pero pedíamos que no nos sacaran a todos porque era injusto. Para mucha gente la feria significó y significa la posibilidad de salvar el plato de comida del día.
Ni si quiera pueden decirnos que con la feria perjudicamos a otros comerciantes porque por acá son muy pocos los negocios y nosotros no representamos competencia para ellos. Esto no es el centro de merlo. La gente ya se acostumbró a comprar en la feria, y por eso nos preguntan cuándo vuelve la feria de Gardel.
-Concretamente, ¿cuáles fueron los beneficios que obtuviste con la feria en los años críticos?
-Nosotros en la feria llegamos a vender, por ejemplo, cuchillos Tramontina que a mi marido le entregaban a precio de costo en el trabajo y se lo descontaban del sueldo. Pero los fines de semana nosotros sabíamos que recuperábamos esa plata y además ganábamos un poquito más. Vendíamos los cuchillos más baratos que en los comercios, pero de todas formas algo entraba para nosotros. La verdad que nos ayudó un montón porque nos permitía salvarnos a mitad del mes, cuando llegábamos a penas con la plata. Cuando mi marido se quedó sin trabajo y encima nos cerraron la feria, fue muy difícil para nosotros.
Y después me enteré de la “feria de la escuela 50”. Dicen que ya existía, pero más que nada los que estaban eran los puestos de verdura porque tenían un permiso del municipio. Ahí voy a vender todos los viernes.
-¿Qué cosas se pueden comprar en la feria?
-Yo he conseguido ropa, libros… libros increíbles que quizás en las librerías son carísimos. También calzado y alimento. Claro, siempre nos fijamos que esté bien la fecha de vencimiento.
En la feria de Gardel compramos chapas para hacer el techito de delante de casa, a mi hijo le compramos el colchón…viste, son cosas que no podíamos comprarlas nuevas por el costo, y ahí las conseguimos.
-¿Cómo es la relación entre los feriantes?
-Como en todos lados, también en la feria se producen ciertos roces, pero siempre hay alguno que interviene para calmar los ánimos. Es que si todos nos ponemos a pelear nos van a terminar sacando de acá. En la época del trueque sí se daban muchas peleas por la mercadería, porque en ese tiempo la necesidad era muy fuerte.
Nosotros nos ponemos en el lugar de la gente que vive por las cuadras en las que hoy trabajamos y tratamos de mantener cierto orden, la calle limpia. Igual es complicado porque hay mucha gente, pero por el momento no se han quejado.
Nos ayudamos bastante, por ejemplo, a armar la mesa o cuidársela al otro si tiene que ir a hacer algo. También a acomodar las cosas. Yo conozco a mucha gente, hablamos, nos saludamos, hay confianza para decirle “lleva tal cosas y me lo pagas después”. Yo lo hago y conmigo también lo hacen. Y hay cierta amistad porque al fin y al cabo todos estamos en la misma.
-En relación al 2001, ¿la cantidad de gente que frecuenta las ferias, ya sea vendiendo o comprando, disminuyó?
-Mmm, ahora también hay mucha gente. Lo que yo veo es que son más mujeres que hombres, eso sí.
-Algo que noté en la feria es la cantidad de chicos que se ven visitando los diferentes puestos con sus familias o amigos. ¿La feria es como un lugar de encuentro, una salida, un paseo de viernes por la mañana para la gente del barrio?
-Sí, antes cuando yo no vendía salía a recorrerla, o a ver qué comprar. A mí me sirve para salir de la rutina, para conectarme con otras personas, ¡me gusta! Yo espero el día para ir, además de vender se comparte con la gente.
La feria, un lugar de resistencia. Saque sus propias conclusiones lector.
Excelente nota! me encanto! Saludos! Flor. Ojeda
ResponderEliminarMuy linda nota chicxs!Moni sos una grossa!!
ResponderEliminarAbrazos
Dani Magno